Los motivos de este Blog

La situación política y social en Cuba a partir del 23 de febrero de 2010 marca un antes y un después.
Un gobierno no pueder dejar que un ciudadano muera por inanición y malos tratos en prisión.
La muerte de Orlando Zapata Tamayo ha dejado al régimen castrista sin justificación alguna para perpetuarse en el poder, ha roto el entramado de cambios en las relaciones internacionales (como la Posición Común) y muestra que los viejos revolucionarios van a morir matando.
Cualquier aportación para conseguir que Cuba no se convierta en un baño de sangre, será fundamental.
Yo apuesto por una transición pacífica a la democracia y la economía libre. A ello dedicaré estas reflexiones.

sábado, 13 de marzo de 2010

Lecciones de democracia para el castrismo

Hoy quiero dedicar mi reflexión al proceso electoral que se está realizando en Cuba y que debe conducir el 25 de abril próximo a la elección de15 093 escaños en las 169 asambleas municipales. En un artículo en Granma Internacional la periodista Susana Lee analiza con el título de “Una escena común por estos días” las características de la nominación de candidatos a delegados de las asambleas municipales de poder popular.

El artículo indica que la mayor parte de la actividad en las asambleas en las que se reúnen los vecinos para elegir a los “compañeros y compañeras que reúnen los requisitos para, dentro de unas semanas, llegar a ser representantes del pueblo ante los órganos superiores locales de poder”, se realiza por las noches.

Hay que valorar esta cuestión detenidamente. Un pueblo exhausto de pasar el día resolviendo para poder llevarse algo a la boca, en empleos mal retribuidos y poco productivos, con escaso tiempo efectivo para la vida de relación y familiar, se ve obligado a ocupar las horas del descanso nocturno para participar en “asambleas” de dudoso funcionamiento democrático, tiene mérito si actúa de este modo.

En total, 50.907 asambleas han sido programadas entre los días 18 y 24 de este mes para el proceso de nominación de los candidatos, y ya en la última semana se intentará completar el programa, recuperando aquellas que por cualquier tipo de motivos no se hayan podido realizar en las fechas previstas. Parece ser que este año, las lluvias han hecho de las suyas contra la actividad “electoral” diseñada por el régimen castrista para lavar su imagen ante el exterior.

El artículo ofrece datos que permiten apreciar que el proceso va a buen ritmo, ya que se han celebrado más de 38.000 asambleas hasta el cierre de la edición, que suponen más del 74% del total. Además, los más de 28.000 candidatos ya nominados, entre los que se encuentra una cifra superior a las 10.000 mujeres y a los 5.900 jóvenes, ofrecen una idea de lo avanzado del proceso.

Y lo cierto es que, por mucho que se empeñen en afirmar lo contrario, estas elecciones son una auténtica burla del sentido común democrático, al pluralismo político y a la forma en que entendemos los demócratas la libertad y el ejercicio partidista de la democracia. Estas asambleas tienen de democracia lo que el hielo de caliente.

No se puede afirmar que sean libres ni democráticas porque, simplemente, no es ese su objetivo, sino cerrar un expediente con el que el régimen pretende ofrecer una imagen de normalidad al exterior. Por muchas que se hayan celebrado, en total 14 veces han sido llamados los ciudadanos a nominar a sus candidatos al poder popular municipal, y por mucho que se pretenda justificar la edad de 16 años como indicador de capacidad legal para el ejercicio del voto, la farsa electoral en Cuba es otro más de los ejemplos del pésimo funcionamiento del régimen, y algo que habrá que modificar para homologar a Cuba con el resto de países democráticos del mundo.

El mismo contenido de estas asambleas para nominar a los candidatos es profundamente antidemocrático. ¿En qué país del mundo se puede elegir a los candidatos solamente con el aval de los méritos y cualidades de las personas propuestas, expuestos y argumentados por uno o varios vecinos, no por el Partido? Dado el régimen de monopolio político que existe en Cuba, donde sólo existe una ideología dominante y el resto pertenecen a lo que el régimen califica como “mercenarios del Imperio”, quién puede pensar en algún ciudadano proponiendo libremente la designación de un disidente o un opositor, o de un residente en el exterior que vuelve a Cuba, por muchos que sean sus méritos personales y profesionales.

El mero hecho de que el régimen castrista mire por encima del hombro a otros países democráticos, atribuyéndose ese rango diferencial que prima a los mejores en el proceso de selección de candidatos, es una farsa más, y una manipulación de la propaganda castrista que tenemos que denunciar, porque ofrece, una vez más, esa falsa superioridad ética y moral de quiénes no tienen respeto por la vida humana, y ahí está Orlando Zapata esperando justicia.

En el artículo se destaca la respuesta masiva a las asambleas de los 8.400.000 cubanos que forman el censo electoral del país, y eso, aun siendo positivo, ofrece algunas dudas que es preciso aclarar. ¿Cuántas de estas personas lo hacen bajo un principio de obediencia al régimen, como cuando se les convoca a alguna manifestación o actos políticos, so pena de ser expedientados o perder alguno de los escasos privilegios del castrismo? Nada que ver con la expresión libre, participativa y responsable de los electores en las democracias donde el principio de un ciudadano libre un voto, asegura resultados ajustados y representativos para otorgar legitimidad a las instituciones.

En Cuba, la farsa electoral está justificada porque el régimen no necesita esta participación popular para legitimarse, ya que su poder arranca de aquella legendaria bajada de Sierra Maestra hace 50 años y de un líder que se ha convertido en juez, legislador y ejecutor de la política, concentrando todos los poderes de estado. La soberanía nacional reside en ese núcleo de poder que ha secuestrado a la sociedad su capacidad para decidir su futuro de forma democrática y libre.

En estas condiciones, las elecciones a las asambleas del poder popular son una farsa más del castrismo, una pérdida de tiempo y un sufrimiento para los pacíficos cubanos que están hartos de tanta política y tanta promesa incumplida, pero que obedecen y obedecen porque en ello les va su vida y su futuro.

En cualquier caso, lo que resulta de este proceso de nominaciones, como paso previo a la celebración de las elecciones, es un filtraje bajo control de la organización única que dirige el país, de quiénes finalmente vayan a participar en ese curioso proceso de un candidato para un puesto. De ese modo, las personas elegidas serán las que deben ser elegidas, y se evita, a través de este mecanismo perverso, la aparición de sensibilidades o voluntades que no coincidan con las directrices del régimen. El expediente electoral se cierra, pero no deposita en manos de la sociedad el poder de decisión.

Justificar el proceso por la calidad de los nominados e inferir a partir de ahí la participación masiva del pueblo en las elecciones del 25 de abril, no es lo que necesita la sociedad cubana para fortalecer sus instituciones. En tiempos difíciles, los cubanos necesitan algo más que una arenga propagandista o una válvula de escape para ver la luz al final del túnel. Las elecciones a la asamblea del poder popular no van a resolver nada, porque tampoco ese es su objetivo.

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