Los motivos de este Blog

La situación política y social en Cuba a partir del 23 de febrero de 2010 marca un antes y un después.
Un gobierno no pueder dejar que un ciudadano muera por inanición y malos tratos en prisión.
La muerte de Orlando Zapata Tamayo ha dejado al régimen castrista sin justificación alguna para perpetuarse en el poder, ha roto el entramado de cambios en las relaciones internacionales (como la Posición Común) y muestra que los viejos revolucionarios van a morir matando.
Cualquier aportación para conseguir que Cuba no se convierta en un baño de sangre, será fundamental.
Yo apuesto por una transición pacífica a la democracia y la economía libre. A ello dedicaré estas reflexiones.

martes, 16 de marzo de 2010

España abandona la modificación de la Posición Común

Finalmente, imponiéndose la razón y el sentido, el gobierno socialista español tira la toalla, y asume que no va a lograr el objetivo de modificar la Posición Común que regula las relaciones de la Unión Europea con Cuba, durante la Presidencia española de turno de la Unión.
Moratinos aseguró desde el principio que con esta actuación no se iban a realizar "concesiones'' al régimen castrista ni renunciar a la "exigencia'' en la defensa de las libertades en el país caribeño, sino que el objetivo era pasar a un marco “bilateral” en el que se pudiera seguir trabajando en materia de libertades, democracia y presos políticos. El problema es que, desde el primer momento, en la Habana no se pretendió en modo alguno aceptar esta propuesta, sino revisar el contenido de la Posición Común, sin más.
Navegando contracorriente, y desgastando su capital político (en las encuestas del CIS, Moratinos aparece como el responsable español de exteriores con menos imagen de la democracia española) el ministro defendió su propuesta cuando viajó a La Habana el pasado mes de octubre, pero ya en aquel momento reconocía la dificultad de cualquier cambio por las resistencias del bloque del este, República Checa, Polonia, Rumania, a los que se unían Suecia, Holanda, Reino Unido y Alemania.
No deja de ser lamentable la razón ofrecida para aparcar la decisión acordada ayer por la diplomacia española. La necesidad de alcanzar la unanimidad de los 27 Estados miembros para modificar una norma de estas características, lo que, en las actuales circunstancias, no es posible tras la muerte del disidente cubano Orlando Zapata el pasado 23 de febrero después de una larga huelga de hambre de 85 días, en la que el régimen castrista despreció cualquier demanda de atención al preso.
El ambiente contra la dictadura comunista de Cuba no es favorable. El Parlamento Europeo aprobó la semana pasada una dura condena a la situación de los derechos humanos en la isla, con el apoyo de los grupos popular y socialista, estableciendo una firme exigencia al régimen castrista de liberar a los presos políticos y de conciencia.
En respuesta a esta condena, la Asamblea Nacional de Cuba acusó al Parlamento europeo de “manipular, mentir y tergiversar” sobre la situación de los derechos humanos en Cuba. Como viene siendo habitual, la propaganda castrista aprovechó sus voceros internacionales para desacreditar a los que defienden la libertad y democracia para Cuba, pero una ola de apoyos sin precedentes a la causa democrática en la Isla, contribuyó a aislar más aún la posición intransigente del régimen.
Una vez conocida la decisión de Madrid, los opositores cubanos, como cabría esperar, celebraron con especial satisfacción el abandono del intento de modificar la Posición Común, lo que tampoco contaba con el apoyo de los que luchan por la democracia y la libertad en la Isla.
También los grupos del exilio. La plataforma "Cuba Democracia ¡Ya!'', que reúne a opositores del régimen de Fidel Castro, celebró que el gobierno español haya "desistido en su empeño'' de cambiar la Posición Común de la Unión Europea respecto a Cuba. En un comunicado, la plataforma lamenta que el cambio del gobierno de España responda en mayor medida a la falta de apoyo con la que cuenta esta propuesta en el Parlamento europeo, que a una convicción de que la Posición Común es lo "mínimo'' que puede exigir una "democracia como la europea a una dictadura como la cubana''.
La cuestión que se plantea en este momento es decisiva. Aparcar la reforma de la Posición Común puede ser algo definitivo o transitorio. De momento, parece que esta última ha sido la vía elegida por Moratinos. A pesar del anuncio realizado ayer, la semana pasada, el ministro insistía en una comparecencia en el Congreso de los diputados que España iba a continuar intentando revisar esa posición. Por su parte, el eurodiputado socialista Ramón Jaúregui, en una entrevista en Tele 5 trataba de salir al paso de la pregunta de por qué en el parlamento europeo los socialistas españoles votan contra la modificación de la Posición Común, y luego en España la defienden.
Toda esta polémica tiene mucho que ver con la forma de gobernar de Zapatero. Después de largos meses de idas y venidas en toda la cuestión de las relaciones con el régimen castrista, Zapatero había concluido que del aparato de políticas diseñadas y ejecutadas durante el gobierno de Aznar, la única que estaba en vigor era la Posición Común, y su orden era clara, había que eliminarla de la circulación.
El encargo a Moratinos parecía convertir al ministro en el alma impulsora de la medida, pero ahora, los acontecimientos apuntan mucho más alto. Esa política de decir hoy una cosa, y guardar la ocasión para más adelante, es una constante de los últimos seis años en la gestión gubernamental en España. Solo nos queda mantener la vigilancia y el apoyo a quienes han frenado el cambio en la Posición Común.
Para el futuro democrático de Cuba es muy importante que España se mantenga liderando la presión para los avances de las libertades, junto al resto de la Unión Europea y en estrecha relación con EEUU. En el futuro democrático de Cuba, una España aliada de los que defienden la democracia, que comparte valores, ideales e ilusiones con los que padecen la tiranía, cambia radicalmente la perspectiva de las relaciones y la percepción en amplios sectores sociales.
Una España que se pone del lado de los presos políticos, los disidentes y los opositores es una garantía internacional para la transición a la democracia en Cuba, una posición firme y ética frente al régimen, y una advertencia clara de que cualquier opción para el futuro de Cuba pasa por la libertad y la democracia, y que ello es incompatible con la permanencia de los Castro en el poder y del sistema que idearon hace medio siglo para someter al pueblo de Cuba. Esa España es la que mejor puede liderar los cambios en Cuba, y a la que siempre, los cubanos y los españoles veremos como el aliado fraterno.

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