Los motivos de este Blog

La situación política y social en Cuba a partir del 23 de febrero de 2010 marca un antes y un después.
Un gobierno no pueder dejar que un ciudadano muera por inanición y malos tratos en prisión.
La muerte de Orlando Zapata Tamayo ha dejado al régimen castrista sin justificación alguna para perpetuarse en el poder, ha roto el entramado de cambios en las relaciones internacionales (como la Posición Común) y muestra que los viejos revolucionarios van a morir matando.
Cualquier aportación para conseguir que Cuba no se convierta en un baño de sangre, será fundamental.
Yo apuesto por una transición pacífica a la democracia y la economía libre. A ello dedicaré estas reflexiones.

domingo, 7 de marzo de 2010

La nueva estrategia mediática del castrismo

Los hermanos Castro han vuelto a aplicar la “ley del silencio” en Cuba para que el efecto de la muerte de Orlando Zapata no afecte su capacidad para seguir dirigiendo el país.
Los observadores de la realidad cubana insisten en que, para amplios sectores de la población, la pérdida de Zapata es un evento desconocido, que carece del significado y la relevancia que adquiere a nivel internacional. El uso de los medios de comunicación estatales que, en régimen de monopolio, divulgan la propaganda del régimen a todas horas, ha servido esta vez para que los cubanos se mantengan alejados y desinformados de la actividad de los disidentes, opositores y presos políticos. Para la amplia mayoría de la población, Cuba es un país tranquilo en el que, eso sí, se pasan muchas dificultades para sobrevivir y las cuentas no salen.
Esa política de “silencio” a toda costa puede ofrecer rendimientos a corto plazo, pero es insostenible a medio y largo. Los Castro lo saben y por eso están cambiando rápidamente el modelo.
La permeabilidad de la coraza desinformativa en Cuba va en aumento. Cada día es mayor el número de ciudadanos que tienen acceso a teléfonos móviles que, al menos de momento, escapan del control de las conversaciones de la seguridad del estado. También el acceso a internet, más o menos sometido a autorizaciones en empresas y administraciones, ha ido en aumento. Por último, la búsqueda de moneda fuerte, lleva a mucha gente a acercarse a los viajeros y turistas que también comunican informaciones sobre el devenir de los acontecimientos. La penetración en la Isla de revistas en las que se denuncian los atropellos del régimen, las visitas al exterior autorizadas a familiares, las becas en el extranjero, las actuaciones de músicos y artistas a los que se otorga el plácet para viajar al exterior, todo ello supone un gota a gota que, a medio plazo, hará más permeables las fronteras de la comunicación e información en Cuba.
Una vez más, la aplicación estricta de la “ley del silencio” es una medida más en la línea castrista de perpetuarse en el poder al coste que sea. Este es el único objetivo de la cúpula dirigente del país desde el derrumbe del muro de Berlín y el “sálvese quien pueda” del socialismo real, a partir de entonces. Ganar tiempo. Utilizar todos los medios para mantener a una población engañada y sometida, sin resortes válidos de referencia y sin alternativas a un modelo político diferente que, sitúe a Cuba en el mismo plano que el resto de países democráticos del mundo, ha sido la referencia principal. En ese sentido, la “batalla de las ideas” lanzada por Fidel Castro cumplió sus objetivos, lo mismo que las mesas redondas informativas de una televisión que se ha resistido al pluralismo, negando espacios de información a la Iglesia. Todo ello dirigido a mantener a la sociedad cubana en una burbuja informativa de oscuridad en la que solo la malévola interpretación de los hechos y los juicios de valor por parte de la cúpula gobernante tiene carácter de información oficial y única.
Sin embargo, algo está yendo mal en La Habana. Los ataques de los voceros del castrismo, como el canciller Bruno Rodríguez la semana pasada, a la prensa, en general, culpándola de forma expresa de la difusión de las noticias de la muerte de Zapata en Cuba, marcan un punto de inflexión en la estrategia castrista. Siendo imposible practicar de forma continua la política de “silencio” y “bloqueo informativo”, ahora, el régimen reacciona y ataca de forma violenta a los medios que divulgan, según ellos, “falsedades sobre la revolución cubana”.
Dentro de Cuba, se manipulan las informaciones, se elaboran videos de laboratorio, tratan de mezclar a profesionales de la sanidad con declaraciones prefabricadas y violan cualquier norma de secreto informativo, para conseguir sus objetivos. Y, no contentos con esta actuación, vuelven a atacar a los medios de comunicación occidentales por estar apoyando, según el castrismo, una estrategia de Estados Unidos, cuyo único objetivo es destruir la revolución cubana. La mezcla de Estados Unidos, con los medios de comunicación, la revolución, y el fin del régimen aportan una nueva dieta de consumo castrista que se va especializando progresivamente. La web “Cubadebate” con el subtítulo, “Contra el terrorismo mediático” viene a confirmar la nueva estrategia de enfrentamiento directo contra los medios del castrismo. Basta con leer cualquier artículo para comprobar lo alejados de la realidad que se encuentran estos planteamientos.
Otros regímenes dictatoriales han experimentado esta misma sensación de acoso en el último tramo de su existencia y han intentado mover sus cloacas. Sin ir más lejos, recordemos las manifestaciones masivas en la plaza de Oriente para dar apoyo a Franco cuando se produjo la mayor campaña de presión internacional contra su régimen a comienzos de los años 70. Todo aquel montaje se vino abajo con el inicio de la transición a la democracia.
Sin embargo, el castrismo, a diferencia de esos regímenes totalitarios y autoritarios, está creando una estrategia de comunicación que culpa directamente a los medios informativos de dar una información distorsionada de la Isla, aísla a la población, se enroca en sus posiciones cada vez más alejadas de la realidad, y no cede, sino que ataca a los demás. Ahí está la diferencia, y por eso, es tan interesante observar cómo se está produciendo este cambio de estrategia, y sobre todo, cuánto puede durar de forma efectiva. Atacar a los medios por "desinformar" de lo que sucede en Cuba puede llegar a convertirse en un asunto de discusión y debate interno dentro del régimen, ya que se constata la existencia de altos funcionarios y dirigentes empresariales vinculados al ejército, que no se muestran satisfechos con esta "huida adelante" de manufactura Castro. El poder omnímodo frente a cualquier alternativa. El pulso ya está en marcha. Vamos a ver cuánto dura.

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