Acabo de ver en el Informativo de Antena 3 las imágenes de los tumultos en La Habana contra la manifestación pacífica de las Damas de Blanco.
La dignidad de Laura Pollán frente a los insultos, los gritos y los improperios de las turbas castristas. La misma escena que hace 40 años cuando mi familia abandonó la Isla. Recuerdo que entonces, siendo un niño, no podía entender por qué, amigos, vecinos, gente de todos los días, acudía a la puerta de nuestra vivienda, o al aeropuerto, a gritar las mismas frases estúpidas que esos imbéciles gritan a las Damas de Blanco.
Es la miseria intelectual del castrismo. Las turbas de insultadores profesionales, los batallones de respuesta rápida auténticos matones violentos, la vigilancia siempre activa de los CDRs, la seguridad del estado más o menos visible en todas las esquinas y calles, todo un aparato de represión al servicio de un poder, el que representan los hermanos Castro. Cincuenta años sufriendo la falta de pluralismo y de derechos humanos en una Isla, en la que, lo mejor, son sus gentes.
¿Qué es lo que ha sucedido para que todo esto acabe así?
No me puedo olvidar que hace siete años, durante la Primavera negra, 75 disidentes y opositores fueron encerrados en prisión y condenados a largas penas por tribunales dirigidos desde la cúpula del régimen castrista. Una verguenza internacional que los Castro impulsaron aprovechando que el resto del mundo cuestionaba la política de Bush en Irak. Actuando como los ladrones y los ventajistas, aprovechando la coyuntura del momento, varios centenares de personas pacíficas, escritores, intelectuales, obreros, fueron detenidos. Sus mujeres, las Damas de Blanco, han permanecido como una referencia ética y de dignidad en la oscuridad del régimen, y son ellas las que ahora reciben el hostigamiento de las turbas controladas por la seguridad del estado.
Con este tipo de legados de violencia, insultos y enfrentamiento, los Castro quieren decir adiós a la historia para que les absuelva, en vez de apostar por la concordia, la paz, la democracia y las libertades. Lo único que debemos evitar es que el final de esta oscura y terrible etapa de nuestra historia termine en un baño de sangre inocente, como la de Orlando Zapata Tamayo, y ahi es donde se necesita de forma urgente, el apoyo internacional de los países democráticos.
Por eso es tan importante mantener la presión sobre el régimen, aislarlo y exigir el pago inmediato de todas sus deudas económicas y morales, cerrando el crédito a corto y largo plazo. Si existe un acuerdo internacional para ello, las cosas en Cuba pueden cambiar, porque nadie en la Isla va a aceptar la inmolación por parte de una gerontocracia que, por ley de vida, está ya muy cerca de la muerte vital y política.
Si, entre todo, somos capaces de unir una gran coalición internacional en defensa de la democracia en Cuba, la actitud digna de las Damas de Blanco, en este aniversario de la Primaverea negra, tendrá el respaldo necesario para que el grupo de imbéciles manipulados vuelva a sus casas, entierre el hacha de guerra y deje de actuar a los impulsos de unos mandatarios que ya no creen en el futuro. Al final, qué duda cabe, todos somos cubanos, y todos debemos construir una misma patria.
jueves, 18 de marzo de 2010
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