Los motivos de este Blog

La situación política y social en Cuba a partir del 23 de febrero de 2010 marca un antes y un después.
Un gobierno no pueder dejar que un ciudadano muera por inanición y malos tratos en prisión.
La muerte de Orlando Zapata Tamayo ha dejado al régimen castrista sin justificación alguna para perpetuarse en el poder, ha roto el entramado de cambios en las relaciones internacionales (como la Posición Común) y muestra que los viejos revolucionarios van a morir matando.
Cualquier aportación para conseguir que Cuba no se convierta en un baño de sangre, será fundamental.
Yo apuesto por una transición pacífica a la democracia y la economía libre. A ello dedicaré estas reflexiones.

jueves, 11 de marzo de 2010

El final del castrismo: un baño de sangre

Nadie nos dijo cómo iba a ser. Tampoco pensamos que sería tan rápido y tan intenso. Perdidos los apoyos internacionales el régimen castrista se encuentra en una fase terminal sin capacidad alguna de reacción.
La Unión Europea ha dado instrucciones claras a los gobiernos para establecer el diálogo con los opositores y disidentes del régimen y dar la espalda a los castristas, lo que significa que Moratinos no podrá modificar la Posición común a corto plazo.
Sin recursos económicos para mantener la insolvencia estructural de la economía, las inversiones extranjeras pueden empezar a cancelar sus proyectos en la Isla generando una situación excepcional para las autoridades.
Con una estrategia enloquecida de atacar a la prensa internacional acusándola de injurias a la revolución, el mensaje castrista se radicaliza y pierde apoyos en los sectores moderados de la izquierda.
Con todo ello, el régimen hace oidos sordos a los llamados de todo el mundo, y deja morir a Orlando Zapata, y muestra estar muy poco interesado por la vida de Guillermo Fariñas, en tanto que otro destacado disidente, Felix Bonne inicia una nueva huelga de hambre.
Los acontecimientos apuntan a un desenlace violento, en el que correrá la sangre, sobre todo de inocentes. Si el gobierno castrista no atiende las demandas de poner fin a la presión sobre los disidentes y opositores, la determinación de estas personas puede llevar a una serie de sucesos luctuosos que nadie quiere, que no parecen justos y que significan un punto de inflexión para la dictadura que sienta unas bases muy negativas para cualquier proceso de negociación política.
No es ésto lo que deseamos la gente de buena voluntad, ni mucho menos la mayoría de los cubanos del exilio y de la Isla. Nadie quiere una guerra fratricida como fin del castrismo, la peor etapa de nuestra historia que desaparece tal y como accedió al poder, matando.
Los crímenes contra disidentes pacíficos no podrán quedar sin castigo. Nadie querrá aceptar justificaciones el día después. Los brazos ejecutores de las condenas, deben saber que cuando desaparezca el responsable de estas actuaciones, tendrán que responden realmente de sus actos en tribunales democráticos. Será muy difícil dar solución a los que cometen crímenes. Hay que hacer un llamado a los carceleros para que opten por la desobediencia a las órdenes de la cúpula de poder de la dictadura. Esa actitud sería una buena referencia para medir la podredumbre de la gerontocracia.
Lamentablemente, la última vez que alguien plantó cara al castrismo, el general Arnaldo Ochoa y los hermanos de la Guardia, todo acabó con fusilamientos y ejecuciones. Todavía la memoria es reciente, pero el crimen a los inocentes, a los opositores y disidentes, tiene que tener castigo, y la transición a la democracia ya está muy cerca.

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