Los motivos de este Blog

La situación política y social en Cuba a partir del 23 de febrero de 2010 marca un antes y un después.
Un gobierno no pueder dejar que un ciudadano muera por inanición y malos tratos en prisión.
La muerte de Orlando Zapata Tamayo ha dejado al régimen castrista sin justificación alguna para perpetuarse en el poder, ha roto el entramado de cambios en las relaciones internacionales (como la Posición Común) y muestra que los viejos revolucionarios van a morir matando.
Cualquier aportación para conseguir que Cuba no se convierta en un baño de sangre, será fundamental.
Yo apuesto por una transición pacífica a la democracia y la economía libre. A ello dedicaré estas reflexiones.

martes, 9 de marzo de 2010

¿638 atentados?

El domingo pasado la televisión única de Cuba estrenó la serie titulada ‘‘El que debe vivir'' que, en ocho capítulos, va a contar algunos de los 638 atentados en más de medio siglo contra Fidel Castro. Es decir, a una media de 11-12 atentados por año, Fidel Castro quiere pasar a la historia con un record Guinnes que difícilmente otros van a superar. Me alegro.
Siempre se supo en Cuba que Castro estaba preocupado por su vida. Circulaban rumores de que debajo de su temible uniforme militar verde oliva siempre estaba una coraza protectora, o que cada noche dormía en sitios distintos y desconocidos incluso para sus colaboradores. Aquello acentuaba más el perfil atemorizador del personaje.
Sin embargo, muchos años después, acabada la denominada “batalla de las ideas”, por su escaso interés entre la población, y con una circulación muy limitada del “Cubadebate” en la Isla, al régimen no se le ocurre mejor idea que volver a llevar a las pantallas de televisión al máximo líder. No para dar discursos de largas horas sino, en cierto modo, para contar su vida. Una vida de eterno éxito frente a los atentados. Una serie que promete, sin duda.
El director, Rafael Benítez, ha explicado la historia como "una mezcla de géneros'' para "darle más información al espectador alrededor de los hechos''. ¿Más información, o más propaganda?
La promoción de la serie comenta que "la vida de Fidel siempre ha estado en peligro'' y que cada capítulo "refleja una época diferente, con un plan de atentado al menos, que lleva la línea dramática''.
La producción duró tres años. Imaginemos el coste económico que ello supone, y sus realizadores aseguran que es la mayor serie realizada por el Instituto Superior de Ciencias Policiales del Ministerio del Interior. Una adecuada selección de la entidad productora, no podría ser mejor elegido el argumentario.
Las dimensiones de la serie son formidables si se tiene en cuenta el culto al máximo líder que existe en el castrismo. En un país en el que la miseria y el racionamiento asfixian a la población, siempre hay recursos para ejercicios militares injustificados o para series de televisión sobre la vida de los Castro que, por supuesto, no se corresponden con la realidad.
Cuando uno analiza las dimensiones del proyecto, no da crédito a los datos. En el rodaje participaron 243 actores y actrices, algunos de ellos rostros muy populares de telenovelas y dramáticos, además de 800 extras y figurantes. Qué duda cabe que estamos ante el culebrón del verano, pero seguro que el gran Félix B. Caignet jamás prestaría su talento al guión de una serie como ésta.
Los cubanos, que no tienen muchas opciones donde elegir a la hora de ver televisión, salvo que puedan hacerse con una antena en el mercado negro para ver las producciones de la Florida, van a observar cómo desde antes del triunfo de los rebeldes en 1959 llegaron los primeras conspiraciones para hacer abortar los preparativos en México de la expedición belicosa del yate "Granma'' contra el ejército del presidente Fulgencio Batista.
En particular, se cuenta la historia del desdichado campesino Eutimio Guerra, que fue colaborador del grupo guerrillero, y también reclutado por el ejército de Batista con la misión de matar a Fidel Castro y conocer los planes de los rebeldes.
Tal vez Guerra comprendiese el desastre que se avecinaba al país y reveló al ejército la localización de los guerrilleros. La aviación de Batista comenzó a hostigarlos con bombardeos, pero Fidel Castro, al que siempre se le intuye un conocimiento superior al resto de los seres humanos, había ordenado dispersar la tropa por el monte, ya que había desconfiado del campesino, quien finalmente fue capturado y, tras reconocer su traición, ajusticiado por los revolucionarios. Ahí tal vez empezaron los ajusticiamientos y fusilamientos que ahora ninguno de los dos hermanos reconoce que se han producido en Cuba, y que años después se encargó de ejecutar el propio Che Guevara.
Para darle más interés a algo que parece ciertamente aburrido, el último capítulo presenta detalles de un atentado que se frustró en noviembre de 2000 y que iba a ser ejecutado durante la asistencia de Castro a un acto en el Paraninfo de la Universidad de Panamá, durante la X Cumbre Iberoamericana. Todo presunto, y todo por demostrar, aunque seguro que los servicios de inteligencia cubanos se habrán empleado bien a fondo por documentar la historia.
La serie ofrece un recuento espectacular de los distintos medios utilizados para acabar con la vida del dictador cubano incluyendo planes con bombas, francotiradores y gases tóxicos, puros o batidos de leche envenenados, hasta otros más sofisticados como el uso de la sustancia alucinógena LSD en un estudio de televisión. Da la sensación de que estamos en los tiempos de la antigua Roma, en la que los césares hacían a otros probar antes su comida para evitar el envenenamiento.
Solo me queda pensar en los pobres cubanos que se verán obligados a ver esta serie. Tendrán que demostrar que la han visto y comentar su contenido sino pueden sentir la frialdad del sistema. Yo, desde luego, no lo pienso hacer, incluso aunque Willy Toledo o Miguel Bosé piensen que hay que verla.

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