Los motivos de este Blog

La situación política y social en Cuba a partir del 23 de febrero de 2010 marca un antes y un después.
Un gobierno no pueder dejar que un ciudadano muera por inanición y malos tratos en prisión.
La muerte de Orlando Zapata Tamayo ha dejado al régimen castrista sin justificación alguna para perpetuarse en el poder, ha roto el entramado de cambios en las relaciones internacionales (como la Posición Común) y muestra que los viejos revolucionarios van a morir matando.
Cualquier aportación para conseguir que Cuba no se convierta en un baño de sangre, será fundamental.
Yo apuesto por una transición pacífica a la democracia y la economía libre. A ello dedicaré estas reflexiones.

martes, 25 de mayo de 2010

Los jóvenes y la revolución castrista

Un artículo reciente en Granma, escrito por María Elena Alvarez, titulado “Creer en los jóvenes, una apuesta de siempre”, viene a señalar que en el “abecé de la Revolución cubana incluso antes de nacer, en su concepción misma como obra colectiva imposible de construir sin la participación real y consciente del pueblo y de esa protagonista sine qua non de todo cambio” se sitúa la juventud.
Lamento mucho tener que disentir de esta afirmación. No necesito hacer prueba alguna y me remito a los hechos. A dos, concretamente y muy recientes. De un lado, un brillante artículo de la economista disidente Marta Beatriz Roque publicado en Miscelánea de Cuba, en el que se pregunta cómo es posible que el régimen siga produciendo miles y miles de titulados universitarios para luego no ofrecerles posibilidades reales de desarrollo personal y profesional y sueldos miserables. De otro, no menos interesante, un video reportaje elaborado por Carlos Montaner, en el que se centra de forma específica en lo que libremente piensan los jóvenes cubanos de la contracultura, entre ellos,” Silvito el libre”, hijo del cantautor del mismo nombre, y renombrado defensor de un régimen que perece.
Y yo me pregunto, ¿cómo pueden los jóvenes cubanos apoyar a un régimen dirigido no ya por sus abuelos, sino por sus bisabuelos, si se tiene en cuenta el ritmo del cambio generacional en la Isla? Los costes sociales y políticos de una gerontocracia impuesta en forma de dictadura totalitaria, marxista y estalinista, son muy elevados para los más jóvenes, que aspiran por definición a espacios de libertad, de expresión, de pensamiento, de derechos humanos prohibidos y eliminados en la Cuba del régimen castrista.
La articulista de Granma justifica su defensa haciendo referencia expresa a experimentos diabólicos, como “los Cursos de Superación Integral”, a las “Brigadas Juveniles de Trabajo Revolucionario (BJTR)” o a la “escuela al campo”. Por suerte, muchas de estas “locuras” revolucionarias ya extinguidas por el agotamiento del régimen.
La obsesión personal de Fidel Castro, entonces un joven de 32 años, por controlar al sector más dinámico de la sociedad, empezó bien pronto con la revolución. En su “convocatoria el 27 de mayo de 1960 solicitó ¿Qué hacer con los jóvenes que la Revolución halló sin estudios ni un trabajo fijo? Había quienes los tildaban de marginales, "carne de presidio", un peligro potencial, y quizá lo más fácil hubiese sido dejar que la vida siguiera su curso y, cada cual, su camino”.
Otra de las falacias de la propaganda del castrismo que no se sostienen con el paso de los años. A finales de los años 50, superadas las dificultades financieras de los ciclos azucareros, la economía cubana creciendo a buen ritmo, se acercaba a los niveles de pleno empleo existentes en los países más avanzados del mundo en aquella época. Los niveles de renta, con una adecuada distribución social, eran tres veces y media superiores a los actuales, 51 años después. Todo ello situaba a Cuba como una de las economías más dinámicas y florecientes de América Latina, y posiblemente del mundo, una realidad que el castrismo ha querido destruir con su propaganda engañosa.
Tal vez lo que hay que decir abiertamente es que la “revolución” castrista destrozó un sistema que funcionaba razonablemente bien (hasta el punto de que más de medio millón de italianos y españoles solicitaban visado para trabajar en el país cada año), y convirtió a los jóvenes, desde las primeras etapas de su vida, en “siervos” de una ideología comunista y totalitaria que medio siglo más tarde los ha convertido en un pueblo sin futuro, aislado del mundo civilizado. De pioneros como el Che a las penurias de la escuela al campo, de las juventudes comunistas, a las asociaciones de base, al control del CDR, a la universidad de los privilegios, y al ejercicio de una profesión con salarios miserables, o el exilio para mejorar la vida.
Que no se engañe nadie. Ese es el auténtico “gancho” del castrismo a los jóvenes. Ese mito de la educación gratuita. ¿De dónde salen los recursos con los que se financia esa educación gratuita que sólo sirve para formar a profesionales sin futuro y con bajos sueldos? ¿Del cielo? No. Del trabajo de todos los cubanos, de su escasez, de su sistema de vida mísero y sin futuro, de la explotación de un Estado intervencionista, que todo lo posee, que considera a la empresa privada y la economía de mercado un delito.
No es verdad lo que dice la articulista que “para miles y miles de adolescentes y jóvenes —porque estamos hablando de muchachos de 12, 13, hasta 18 y luego 25 años—, las Brigadas fueron una puerta abierta, la oportunidad de descubrirse y probarse a sí mismos, y darle un sentido, un propósito, una razón y un destino mejor a sus vidas”. Falso. Lo que supusieron las brigadas fue un desarraigo de la unidad familiar, un cambio de valores del trabajo basado en el esfuerzo a la recomendación y el nepotismo revolucionario, un nuevo sistema de relaciones sociales que rompía con las bases de lo que había sido la sociedad cubana hasta entonces. De las granjas de la UMAP al servicio militar obligatorio que impedía a muchas familias huir del país en su totalidad, ya que algún miembro debía quedarse con el que resultaba retenido por la “edad militar”, hay que preguntarse, ¿qué le deben los jóvenes cubanos al envejecido castrismo”. Nada, absolutamente nada.
El ejemplo, en el reportaje de Carlos Montaner. Una juventud harta de imposiciones, contradicciones, reglas, normas, controles, vigilancias y estupideces, que necesita oxigeno y libertad.
Lo que la articulista califica de “feliz idea de Fidel: Ingenieros, maestros, médicos, diplomáticos, militares” no es otra cosa que una pesadilla todos los días para resolver, y en cuanto surge la menor oportunidad, escapar al extranjero para iniciar una vida mejor en dignidad y libertad. 50 años, uno detrás de otro, y siempre la misma desgracia. Increíble que la propaganda castrista en Granma nos intente “vender” cualquier otra cosa. Ya se que están obligados, so pena de perder su empleo, pero quítense la venda de los ojos y dejen de escribir “gestas heroicas”, “cuentos de los abuelitos”, que el futuro ya está aquí.

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