Los motivos de este Blog

La situación política y social en Cuba a partir del 23 de febrero de 2010 marca un antes y un después.
Un gobierno no pueder dejar que un ciudadano muera por inanición y malos tratos en prisión.
La muerte de Orlando Zapata Tamayo ha dejado al régimen castrista sin justificación alguna para perpetuarse en el poder, ha roto el entramado de cambios en las relaciones internacionales (como la Posición Común) y muestra que los viejos revolucionarios van a morir matando.
Cualquier aportación para conseguir que Cuba no se convierta en un baño de sangre, será fundamental.
Yo apuesto por una transición pacífica a la democracia y la economía libre. A ello dedicaré estas reflexiones.

viernes, 6 de agosto de 2010

La reaparición de Fidel Castro en la vida política

A nadie se le escapa que el retorno de Fidel Castro a la primera plana de la política está siendo más complicado de lo que cabría esperar.
Tras un alejamiento de cuatro largos años, obligado por graves problemas de salud que algunos preveían lo iban a apartar de forma definitiva, el dictador comunista de Cuba ha vuelto a ocupar espacios crecientes en los medios de comunicación, ha introducido un eje de discurso de tono amenazador, y ha vuelto a esgrimir con su biografía inédita el espacio de tiempo en el que mejor se mueve, la guerra fría de mediados del siglo pasado.
Tal vez por ello, los analistas y observadores han considerado que este regreso de Castro a la política activa no ha sido planificado de forma adecuada, y más que una vuelta propiciada por una mejoría de sus constantes vitales, se ha interpretado como la entrada de un elefante en una cacharrería, introduciendo un nuevo horizonte de incertidumbre e indefinición sobre la agitada y azarosa vida de los cubanos.
Vayamos por partes.
De un papel subsidiario como agitador intelectual al frente de una columna en los medios controlados por el estado, Granma, o los afines a la revolución, Cubadebate, Fidel Castro ha acaparado el discurso político de Cuba, aun cuando sus dificultades de expresión oral le aquejan de una notoria afonía y descoordinación de lo que dice, apartando de los medios el resto de acontecimientos que se cernían sobre el débil y caótico liderazgo de su hermano. No conviene olvidar que Fidel Castro aparece en escena visitando un centro de investigaciones científicas y a un centro de economistas, justo en los días en que los primeros ex presos políticos abandonaban el país a toda prisa y se iban asentando en España. Nadie puede descuidar la coincidencia temporal de ambos acontecimientos.
Segundo, el discurso. Fidel Castro ha enterrado los principales ejes de comunicación de su hermano, como las entregas de tierras, las reformas liberalizadoras, la reducción del empleo estatal, la concesión de licencias, etc, para adentrarse en un asunto de especial complejidad en el que, como siempre, el enemigo es Estados Unidos y su imperio. La eventual guerra nuclear, en la que Castro identifica a Irán, Corea y un sinnúmero de países, le ha permitido infundir temor entre los atónitos ciudadanos cubanos, que siguen sin saber qué es lo que van a comer cada día, para alejarlos nuevamente de los problemas cotidianos. Eso es lo único que Castro ha sabido, sabe y sabrá hacer, arrojar bombas de humo para ocultar la situación real, el drama del modelo económico, político y social que ha impuesto por la fuerza a los cubanos durante más de medio siglo.
Y tercero, por si no fuera bastante, nos anuncia sus memorias inéditas, en las que con pan y mantequilla, artículos escasos en su economía, comienza una historia que ronda la irrealidad, bastantes dosis de surrealismo y en la que las imágenes borrosas se superponen sobre un deseo de aparecer y de ocupar un espacio preeminente en la historia de un pueblo desesperado que ya está harto de tanta mentira y engaño.
La comparecencia de Fidel Castro en la Asamblea Nacional, convocada de urgencia para este acontecimiento, y que se celebra el sábado 7, supone un punto de inflexión en toda esta nueva estrategia del líder para hacer daño, ¿a quién? Y sobre todo, ¿por qué? Opiniones hay para todos los gustos. Yo me reservo la mía: Fidel Castro no quiere que su hermano capitalice en beneficio propio la liberación de los 5 terroristas condenados en EEUU. Algo debe saber. Algo puede estar moviéndose en su entorno, más rápido de lo que el propio Raúl Castro puede pensar.

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