Los motivos de este Blog

La situación política y social en Cuba a partir del 23 de febrero de 2010 marca un antes y un después.
Un gobierno no pueder dejar que un ciudadano muera por inanición y malos tratos en prisión.
La muerte de Orlando Zapata Tamayo ha dejado al régimen castrista sin justificación alguna para perpetuarse en el poder, ha roto el entramado de cambios en las relaciones internacionales (como la Posición Común) y muestra que los viejos revolucionarios van a morir matando.
Cualquier aportación para conseguir que Cuba no se convierta en un baño de sangre, será fundamental.
Yo apuesto por una transición pacífica a la democracia y la economía libre. A ello dedicaré estas reflexiones.

lunes, 9 de agosto de 2010

La juventud cubana, el Festival Rotilla de rave y el discurso de Fidel Castro

Los comunistas cubanos deben tener un desasosiego feroz. Y es que todos los días llegan noticias de Cuba que apuntan a que las cosas han alcanzado un grado de presión que ya nada, ni nadie, por fortuna, puede hacer cambiar el curso de la historia que, por suerte, no es otro que el cambio.
Hay pocas veces en la vida que uno tiene la suerte de observar cosas en Cuba que van en esa dirección, y no son reprimidas violentamente por el régimen. Un sistema político cuya única obsesión es controlar y eliminar cualquier fórmula de disensión que suponga una ruptura o una alternativa contra el modelo de uniforme verde oliva de Fidel Castro. Esa ideología absurda que todo lo empapa y que ha convertido al país en un estanco de pobreza, miseria e ineficiencia.
Pero es que los jóvenes vienen pisando fuerte. Se suele afirmar que la juventud es la esperanza del futuro, y en el caso de Cuba, no iba a ser menor. Un ejemplo lo hemos tenido este mismo fin de semana, y a él quiero referirme en este breve comentario.
Sucede que, mientras que Fidel Castro obligaba al denominado parlamento cubano, que tiene muy poco de democrático y mucho menos de parlamento, a escuchar su aburrido discurso deshilvanado, sobre una posible guerra nuclear, la amenaza del imperio y otras monsergas, a la vez que mostrar su desautorización a lo que el hermano día sí, día no, trata de organizar, en Jibacoa, una bella playa al este de la ciudad de La Habana, 15.000 jóvenes cuya edad media les podría situar fácilmente en nietos y bisnietos de la caduca gerontocracia que dirige el régimen comunista de Cuba, se reunían en una fiesta “rave” alternativa, es festival Rotilla, de esas que pululan en el verano español y de cualquier país occidental.
Esta es, no me cabe duda, una magnífica noticia. Que una cifra de esta magnitud, el pasado año fueron 10.000, asista a una fiesta durante todo un fin de semana tan importante para el dictador y su mensaje ante la Asamblea Nacional, pasando olímpicamente de toda la sarta de estupideces y tonterías que pronuncia Fidel Castro, es una noticia muy importante, yo la califico como sensacional.
Se sabía que los jóvenes cubanos han dado la espalda a las consignas revolucionarias y son un frente de contestación a la ideología del siglo pasado que dirige el destino de aquella Isla, pero nunca pudimos imaginar que fueran a llegar tan lejos.
Ciertamente me gustaría que resonaran en mis oídos los ecos de la música rave de Jibacoa. He tenido la oportunidad de leer en El Nuevo Herald, los testimonios de algunos de los muchachos y muchachas que asistieron a la fiesta. Me temo que Fidel Castro tiene ya poco que decir a toda esta gente magnífica que son los jóvenes cubanos. Muy poco que aportar con su eterna verborrea de la guerra fría y de los enemigos del imperio o el embargo. Y, para esos jóvenes cubanos cuyos padres están en muchos casos resignados a un sistema al que cuestionan abiertamente siempre que pueden, este viejo dirigente ya está amortizado.
Ni representa el momento actual ni mucho menos el futuro. Esos jóvenes cubanos están más cerca de sus vecinos del norte, o de los españoles de su misma edad, que de los comunistas disciplinados que soñaban ser como ese asesino llamado El Che.
Me alegro. Es la mejor forma de morir. Es desaparecer sin dejar huella. Es, como en aquella escena de la película Guantamera, el efecto que tiene la lluvia torrencial y caribeña sobre las cosas. Así va a desaparecer el comunismo en Cuba. Al ritmo del rave en Jibacoa. Por cierto, una playa a la que me llevaban mis padres cuando era pequeño y a la que, por supuesto, me gustaría regresar en una Cuba libre y democrática. Allí mismo, al festival de “rave”.

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