Los motivos de este Blog

La situación política y social en Cuba a partir del 23 de febrero de 2010 marca un antes y un después.
Un gobierno no pueder dejar que un ciudadano muera por inanición y malos tratos en prisión.
La muerte de Orlando Zapata Tamayo ha dejado al régimen castrista sin justificación alguna para perpetuarse en el poder, ha roto el entramado de cambios en las relaciones internacionales (como la Posición Común) y muestra que los viejos revolucionarios van a morir matando.
Cualquier aportación para conseguir que Cuba no se convierta en un baño de sangre, será fundamental.
Yo apuesto por una transición pacífica a la democracia y la economía libre. A ello dedicaré estas reflexiones.

lunes, 7 de junio de 2010

38 detenidos en La Habana: continúa la represión castrista

La semana pasada, el régimen castrista volvió a mostrar su peor cara al exterior. Sin preocuparle lo más mínimo el contenido de las conversaciones celebradas en Madrid entre parlamentarios de Estados Unidos y de la Unión Europea, el castrismo hizo de las suyas, y envió a varios centenares de agentes del régimen a realizar detenciones de ciudadanos cuyo único fin es el mismo se siempre: atemorizar a la población con una actitud represiva y evitar dos importantes reuniones pacíficas entre opositores.
Para varios analistas y observadores de la realidad política en la Isla, aunque los 38 detenidos fueron puestos en libertad sin cargos en muy poco tiempo, con esta actuación el régimen de los Castro parece apostar por la ruptura de las negociaciones con la Iglesia sobre la situación de los presos políticos.
El denunciante de los hechos ocurridos en La Habana, Héctor Palacios, líder de la agrupación opositora Unidad Liberal de la República de Cuba, confirmó que entre el jueves y el viernes se produjeron las detenciones de estas personas que iban a participar en sendas reuniones, una de su grupo, y otra de Agenda para la Transición Cubana.
Palacios, en declaraciones al diario El Nuevo Herald, señaló que la campaña de detenciones desatada por la seguridad del Estado no sólo mostró una cotundencia inusitada, sino que“fue como en tiempos de guerras”.
Coincido con Héctor Palacios en su planteamiento.
A la luz de los hechos, la eventual voluntad de diálogo sobre la situación de los presos políticos que parecía haber abierto el gobierno de Raúl Castro hacia la Iglesia se ha visto frenada bruscamente. Preso de su propio destino, el máximo responsable del régimen castrista da una de cal y otra de arena, en un intento de ganar tiempo. Tiempo para evitar la asfixia económica y el caos en que se encuentra la economía de la Isla, tiempo para prolongar un sistema que sólo puede continuar manteniendo alto el nivel de represión y de miedo en amplios sectores de la población. Pero estas soluciones parciales o temporales, terminan por estallar, y en algún momento, eso mismo va a suceder en Cuba, si el régimen no se da cuenta del grave error que comete con este tipo de actuaciones represoras.
De un lado, queda mal la cúpula dirigente del país. No me cabe duda que estos sucesos, por ejemplo, van a suponer un duro golpe a Moratinos, en su intento de hacer valer un cambio en la Posición común cuando se produzca la próxima reunión del consejo de la Unión. Es muy posible que, a la vista de lo sucedido, ni se arriesgue a complicar más las cosas a Zapataero. Es difícil dar apoyo político internacional a un régimen que realiza detenciones masivas de personas pacíficas, y que sigue apostando por la represión como carta de presentación ante el resto del mundo. Hasta que este tipo de prácticas no se destierren del día a día en Cuba, y la población perciba la normalidad que supone vivir en un sistema democrático, no van a existir países en el mundo dispuestos a empañar su imagen por defender a una banda de represores descontrolados.
De otro lado, queda mal la Iglesia, empeñada en ofrecer a la cúpula del régimen una salida, una solución a los graves problemas que afronta, y además, en clave cubana, sin interferencias del exterior. Queda mal, porque mientras que en los últimos días, el cardenal Jaime Ortega había anunciado en La Habana que las autoridades cubanas habían trasladado a Félix Navarro, José Luis García Paneque, Iván Adolfo Hernández Carrillo, Diosdado González Marrero, Arnaldo Ramos Lauzurique y Antonio Ramón Díaz Sánchez, encarcelados en la ola represiva de la "Primavera Negra" de 2003, la detención de 38 opositores pacíficos, aun cuando se les pusiera en libertad poco tiempo después, pone de manifiesto que Raúl Castro y su círculo de poder no están instalados en la cultura del diálogo ni de la imposición, y que no van a realizar concesiones a nadie ni por nada.
Todo lo sucedido es alarmante y preocupante. Aunque la detención de opositores y disidentes en algo habitual en Cuba, y las palizas, los actos de repudio, la presencia de matones y violentos que golpean incluso a mujeres indefensas en las calles de La Habana es una práctica habitual del régimen castrista, las detenciones masivas traen a la memoria los sucesos de la Primavera de 2003. Lo dicho, en cualquier momento se puede producir un estallido social que nadie quiere por lo que puede suponer de fin de ciclo dramático para el régimen castrista. En vez de facilitar las condiciones para una transición pacífica a la democracia y construir un futuro de paz y prosperidad, el castrismo mantiene su represión intacta. En algun momento, alguien puede decir basta ya.

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