Los motivos de este Blog

La situación política y social en Cuba a partir del 23 de febrero de 2010 marca un antes y un después.
Un gobierno no pueder dejar que un ciudadano muera por inanición y malos tratos en prisión.
La muerte de Orlando Zapata Tamayo ha dejado al régimen castrista sin justificación alguna para perpetuarse en el poder, ha roto el entramado de cambios en las relaciones internacionales (como la Posición Común) y muestra que los viejos revolucionarios van a morir matando.
Cualquier aportación para conseguir que Cuba no se convierta en un baño de sangre, será fundamental.
Yo apuesto por una transición pacífica a la democracia y la economía libre. A ello dedicaré estas reflexiones.

viernes, 10 de septiembre de 2010

La "victoria estratégica" de Fidel Castro y las lecturas aburridas

Nunca me ha gustado realizar vaticinios sobre algo, ni mucho menos predicciones relacionadas con cualquier acontecimiento. El futuro siempre nos depara sorpresas, porque es imprevisible. Lo que hoy puede parecer rosa, torna con el paso del tiempo en gris. Las sociedades cambian, los seres humanos aspiran siempre a mejorar sus condiciones de vida, luchan por la libertad, por llegar a cumplir sus sueños. Y todos esos factores hacen que el futuro sea cualquier cosa menos cierto.
Por eso no puedo menos que prestar atención a una noticia que hoy publica la edición internacional de Granma que me ha hecho reír. La noticia dice textualmente, “El libro "La victoria estratégica", del Comandante en Jefe Fidel Castro, ha acaparado la atención de los lectores que acuden en su busca a las librerías del país, donde el ejemplar ya se ha vendido al precio de 30 pesos”, y añade el título, “Un texto imprescindible para la formación de los cubanos”.
Es pretencioso pensar que este panfleto pueda llegar a convertirse en un libro de referencia para la historia de Cuba, como dicen en la noticia de Granma. Me inclino a pensar que dentro de unos años, cuando las cenizas del castrismo hayan sido borradas de la faz de la tierra, este libro aparecerá en los anaqueles empolvados de esas librerías de lance que existen en los centros históricos de las ciudades europeas. Posiblemente, aquí se encontrarán los escasos lectores de este manuscrito en busca de alguna referencia del "paraíso perdido de Cuba" en una narración obsoleta de las vivencias de un personaje que se ha querido convertir en referencia de un período de la historia de Cuba que podemos calificar de cualquier cosa, menos positivo.
¿Quién en su sano juicio, en una Cuba democrática y libre querrá refrescar la memoria con pasajes como los que se describen en este libro, que han sido tan distorsionados que ni siquiera los pocos que sobreviven a aquella etapa convulsa de la historia, se sienten identificados con lo que se cuenta en las historias. Un libro que vuelve a las tesis de siempre: el enfrentamiento entre los cubanos, el papel redentor de la revolución, la presencia malévola del imperio y la ingente labor del personaje llamado Fidel Castro.
Disiento del artículo de Granma, cuando señala que este libro es un “testimonio de la ética y el humanismo que siempre mantuvo la Revolución cubana”. La Revolución y su afán de instaurar por la fuerza en Cuba un sistema totalitario, en el que las libertades y el pluralismo democrático han sido prohibidos, es contraria a la razón humana, y hasta el propio Fidel Castro lo ha reconocido recientemente.
Para los más jóvenes, este libro se terminará convirtiendo en el típico cuento de las “batallitas de los abuelos”. Ya se sabe que los jóvenes cubanos no se sienten identificados con la ideología absurda de la gerontocracia que dirige la nación, y basta con contemplar los asistentes al discurso del paraninfo de la Universidad de La Habana el otro día para comprobar el escaso interés y entusiasmo de los jóvenes con las palabras de alguien que se refiere a hechos sucedidos hace más de 65 años.
Al final, lo que tienen los cubanos ahora para leer es un libro aburrido, mal escrito según los que entienden de estas cosas, que está alejado de la realidad y que contribuye más a la confusión sobre los acontecimientos descritos que a una verdadera referencia histórica. Hasta en eso Fidel Castro ha querido dejar su impronta, la idea perversa de que antes de la revolución Cuba era como una especie de muladar florentino, y que la revolución lo que hizo fue construir una nación desde cero. Grave mentira histórica que habrá que reparar en una de las primeras tareas a emprender por los gobiernos que recuperen las libertades, la democracia y el pluralismo en Cuba.
Yo no he leído este libro. Tampoco pienso hacerlo. Mi huelga de ojos caídos tiene mucho que ver con las dificultades que tienen los cubanos para acceder, por ejemplo, a la obra de Cabrera Infante, que me contaba en sus visitas a Valencia, como jurado de la Mostra, cómo sus libros en La Habana se cambiaban por latas de leche condensada, mostrando con ello el indudable valor de los mismos.
Yo no voy a leer, “La victoria estratégica” porque no me quiero aburrir, pero en la democracia y la libertad, usted amable lector es libre de hacer lo que quiera. Hágalo y disfrute. En Cuba, probablemente, lo tendría muy difícil. Se lo aseguro.

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