Los motivos de este Blog

La situación política y social en Cuba a partir del 23 de febrero de 2010 marca un antes y un después.
Un gobierno no pueder dejar que un ciudadano muera por inanición y malos tratos en prisión.
La muerte de Orlando Zapata Tamayo ha dejado al régimen castrista sin justificación alguna para perpetuarse en el poder, ha roto el entramado de cambios en las relaciones internacionales (como la Posición Común) y muestra que los viejos revolucionarios van a morir matando.
Cualquier aportación para conseguir que Cuba no se convierta en un baño de sangre, será fundamental.
Yo apuesto por una transición pacífica a la democracia y la economía libre. A ello dedicaré estas reflexiones.

viernes, 26 de febrero de 2010

La muerte de Orlando no debe ser en vano

Apenas han transcurrido 24 horas del entierro de Orlando Zapata y la opinión pública vuelve de nuevo a olvidarse de la situación de los derechos humanos en Cuba. Una búsqueda rápida de noticias en los medios digitales en la tarde del viernes 26 de febrero, y parece que todo ha vuelto a una tensa normalidad. Salvo los medios del exilio y los blogs de los periodistas independientes que todavía siguen mostrando el dolor contenido por el crimen de estado, se tiene la sensación que en Cuba lo único relevante ha sido la despedida de Lula, después de haberse reunido con los dos hermanos que dictan su voluntad sobre la vida de los cubanos.
Una parte de la responsabilidad la tiene, qué duda cabe, la propaganda castrista, uno de los grandes “legados” del comunismo cubano, capaz de movilizar a los más asombrosos analistas, comentaristas y voceros de todo el mundo para desdibujar y restar importancia a lo sucedido con el preso político Zapata. Algunos, como los que escriben en ese libelo creado por Fidel Castro que se llama “Cubadebate” con el logotipo absurdo de “`para afrontar el terrorismo mediático”, culpan abiertamente a Estados Unidos de los sucedido, y siguen defendiendo que el paraíso comunista sigue siendo uno de los sitios más agradables para vivir del mundo, ocultando cualquier referencia al crimen de estado, la falta de respeto a los derechos humanos y de libertad.
Sin embargo, otra parte de la responsabilidad, y no menor, la tenemos los que luchamos por la democracia en Cuba. Porque no hemos sido capaces de explicar por qué estamos en contra del régimen castrista durante casi 5 décadas, y hacemos todo lo posible por conseguir una transición pacífica a la democracia en Cuba. Porque, aun cuando la razón nos asiste, y por qué no, también el corazón, a veces nos olvidamos que este tipo de acontecimientos merecen una apuesta racional, estratégica y coordinada, para que los esfuerzos realizados sirvan al final para conseguir aquello que Orlando Zapata quería para Cuba: los derechos humanos y las libertades.
Tal vez nos hemos dispersado en numerosos esfuerzos y acciones individuales para hacer llegar nuestro dolor y sufrimiento por la injusta muerte de nuestro compatriota, pero nos ha faltado, como otras muchas veces antes, la inteligencia, la coordinación y la preparación para actuar de forma decidida contra un poderoso adversario que se escuda en argumentos como el embargo, la soberanía nacional y un sinfín de estupideces que, a la larga, terminan ejerciendo una notable influencia en amplios sectores de la opinión pública mundial.
En los próximos días, vamos a observar cómo evolucionan los acontecimientos. Pero podemos suponer lo que va a ocurrir.
El gobierno socialista español intentará convencer de nuevo a sus socios europeos de la conveniencia de modificar la Posición Común con el ánimo de evitar una cadena de quiebras entre las empresas españolas que hacen negocios con el castrismo. El presidente Obama continuará flexibilizando las relaciones con el régimen castrista para atraer la nueva composición electoral de la Florida. Los dirigentes políticos de la izquierda de América Latina seguirán tomando el castrismo como modelo de referencia en sus discursos demagógicos y populistas y China mantendrá sus proyectos de inversión para acentuar su presión sobre Estados Unidos.
En Cuba, Raúl Castro seguirá apostando por introducir cambios atolondrados en la realidad económica y social para aparentar que algo se mueve, y Fidel Castro seguirá aportando su mensaje de odio y rencor desde las tribunas periodísticas que todavía conserva manteniendo una vigilancia directa sobre su hermano.
Nada se moverá con respecto a Cuba. La sensación de inmovilismo en la fase final del castrismo va a continuar. El poder por el poder, ejercido de forma desmedida, con violencia y con fuerza, aun cuando mueran más ciudadanos en lucha por la libertad. Y todo, por desgracia, volverá a ser igual.

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