Los motivos de este Blog

La situación política y social en Cuba a partir del 23 de febrero de 2010 marca un antes y un después.
Un gobierno no pueder dejar que un ciudadano muera por inanición y malos tratos en prisión.
La muerte de Orlando Zapata Tamayo ha dejado al régimen castrista sin justificación alguna para perpetuarse en el poder, ha roto el entramado de cambios en las relaciones internacionales (como la Posición Común) y muestra que los viejos revolucionarios van a morir matando.
Cualquier aportación para conseguir que Cuba no se convierta en un baño de sangre, será fundamental.
Yo apuesto por una transición pacífica a la democracia y la economía libre. A ello dedicaré estas reflexiones.

lunes, 28 de febrero de 2011

¿Hasta dónde puede llegar la manipulación de la dictadura comunista de los Castro?

En ocasiones, cuando quien gobierna carece de interés por mejorar las cosas, o de antemano reconoce su incapacidad para atender las demandas sociales, lanza “bombas de humo” para esconder su incompetencia. El calamar, cuando se sabe en peligro, expulsa de su interior una oscura tinta que le hace más fácil escapar de su enemigo.

El régimen castrista ha dado muestras, más que suficientes, a lo largo de su historia, de actuar siguiendo este patrón irresponsable, cada vez que las cosas se ponen feas. Con el Norte de África convulso tras la caída de los antiguos socios del castrismo, en su mayoría sátrapas y dictadores que han destrozado a sus pueblos de la misma forma que lo ha hecho Fidel Castro y ahora su hermano Raúl, y con amplios sectores de la sociedad cubana cada vez más preocupados por su futuro inmediato, al régimen castrista no se le ocurre otra cosa que emitir ese reportaje sobre los espías y los delatores dentro de los grupos de la disidencia, que ha terminado siendo una ópera bufa de lo más oscuro, vergonzoso y bochornoso en lo que puede caer un gobierno.

Más propaganda de consumo interno dirigida a un público cada vez más limitado, y que se aproxima más a las rancias películas de James Bond de los años 60, que la realidad de un país en el que la preocupación de los cubanos por la futura eliminación de la canasta básica subsidiada y por los bajos salarios surge en cualquier punto del país, los turistas lo comentan abiertamente, nadie se calla y los primeros conatos de rebelión se escuchan en las empresas extranjeras, en los barrios y en cualquier sitio.

Sólo en estos términos se puede entender el programa reportaje que la televisión castrista ha realizado para desvelar la identidad de Moisés Rodríguez y de Carlos Serpa como agentes del espionaje castrista cuya única finalidad en la vida es descubrir las actividades de los opositores. Mientras que los cubanos discuten de otras cosas, como el bajo poder adquisitivo de los salarios, los obstáculos de los cuenta propistas para poder desarrollar sus proyectos, la elevada fiscalidad que recae sobre las nuevas actividades, el comercio que sigue paralizado o el transporte cada vez más deficiente, los Castro difunden en la televisión controlada por el Estado un reportaje en el que lo único que vale la pena es esa capitana, de nombre Mariana, cuyas dotes de actriz le valdrían un papel estelar en cualquier novelón venezolano. Es magnífica. La felicito.

El reportaje llega, además, en un momento especial para la secuestrada opinión pública cubana, presa de temor e incertidumbre ante el próximo VI Congreso del gobernante Partido Comunista, único autorizado por el régimen, en el mes de abril, que debe aprobar un programa, los llamados “Lineamientos” que son el origen del amplio malestar que se extiende por la sociedad.

Si en vez de difundir noticias infames sobre la vida y obra de personas de una dignidad probada y de una valentía fuera de todo contexto, como las Damas de Blanco o los grupos de opositores que día a día se juegan la vida contra un régimen infame que los condena a prisión sin ningún problema y los considera “enemigos” y no adversarios, se preocuparan de atender de forma eficiente las demandas de la sociedad cubana, todo sería muy distinto.

Los cubanos, que hasta ahora han disfrutado de unos niveles mediocres de salud y educación gratuitas, se están preparando para lo peor, con salarios mensuales de 17 dólares, que apenas alcanzan para adquirir los alimentos básicos en los mercados agropecuarios. La amenaza de inflación está servida y la oscura lacra del desempleo masivo empieza a golpear a las destruidas viviendas de las familias cubanas.

Si en Cuba, como cualquier otro país del mundo, se divulgaran libremente datos de encuestas sobre lo que piensan los cubanos, podríamos comprobar que a los ciudadanos les trae sin cuidado la propaganda y la manipulación del régimen contra los opositores, y que preocupan mucho más los impuestos que deben pagar los propietarios de negocios, considerados altos, y sobre todo, la doble moneda, que genera grandes desigualdades entre los que tienen acceso al dólar o el euro, y los que no.

Los Castro, antaño protagonistas de una "gesta histórica" que tuvo y aún tiene en Europa a defensores que se muerden las uñas ante tanta acumulación de despropósitos, están perdiendo una oportunidad histórica para hacer las cosas de manera adecuada. Con este tipo de reportajes manipulados, vuelven a desenterrar el hacha de guerra y se tiene la impresión de que están preparando a los sectores residuales y marginales que aún se alimentan de los principios ideológicos de los desechos de la llamada “revolución”, para salir a la calle y provocar actos de repudio, con la mirada complaciente de la policía. Sucesos como los del “Maleconazo” en 1994 que sacaron a las masas a protestar contra el castrismo, están a punto de provocarse, y ahora con las cámaras de televisión circulando por las calles de La Habana, los móviles y muchos más medios de comunicación en internet, el silencio no servirá para la impunidad.

Sinceramente, como cubano español me produce desprecio un reportaje como el que presentó la televisión cubana sobre los disidentes. Acostumbrado a la libertad de expresión que existe en España, no puedo menos que aceptar este tipo de exposiciones barriobajeras, pero desde aquí denuncio que por ese camino difícilmente se avanzará hacia la necesaria reconciliación de todos los cubanos.

Recuerdo en España, como en época del dictador Franco, a los comunistas españoles del exilio se les presentaba más o menos igual. Luego resultó que eran un montón de ancianos simpáticos y "progres" que tuvieron su reconocimiento por la democracia española. La fuerte sociedad española de clases medias de aquella época tenía su mente puesta en otras cosas mucho más prácticas, como deshacerse del franquismo, lo que el Rey y Suárez hicieron con valor.

Ojalá que en Cuba sucediera lo mismo. Lo deseo de todo corazón, pero echo a faltar una sociedad de clase media (en Cuba existe una sociedad empobrecida por el modelo económico comunista del castrismo), un jefe de estado con voluntad democrática (en Cuba no existe) y un Suárez que, ojalá esté en algún sitio, esperando su momento más oportuno. Ojalá que reportajes como éste de los peones del imperio, no tengamos que sufrirlos más. Yo lo he visto una sola vez y ya le he dicho adiós.

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