Los motivos de este Blog

La situación política y social en Cuba a partir del 23 de febrero de 2010 marca un antes y un después.
Un gobierno no pueder dejar que un ciudadano muera por inanición y malos tratos en prisión.
La muerte de Orlando Zapata Tamayo ha dejado al régimen castrista sin justificación alguna para perpetuarse en el poder, ha roto el entramado de cambios en las relaciones internacionales (como la Posición Común) y muestra que los viejos revolucionarios van a morir matando.
Cualquier aportación para conseguir que Cuba no se convierta en un baño de sangre, será fundamental.
Yo apuesto por una transición pacífica a la democracia y la economía libre. A ello dedicaré estas reflexiones.

lunes, 19 de julio de 2010

Las reapariciones de Fidel Castro y la realidad

En la película “Good bye Lenin”, el protagonista trata por todos los medios de que su madre, una dirigente comunista radical de la antigua RDA, que se va a morir en poco tiempo, no llegue a conocer los cambios producidos tras el derrumbe del muro de Berlín, después de haber superado un coma durante los ocho meses clave que transcurren entre finales de 1989 y el verano de 1990.
Y no sé por qué se me antoja que con Fidel Castro está ocurriendo algo parecido. Después de tres o cuatro años fuera de combate, con un pie más allá que acá y convertido en desaparecido escritor de las tristes portadas de Granma, de pronto, aparece en escena, y como si alguien estuviera empeñado en mostrarle que nada ha cambiado, se dedica a hacer de las suyas.
Y así, en menos de una semana, hace acto de presencia en dos organizaciones de investigaciones científicas y económicas en Cuba, visita un Acuario, se reúne con los embajadores cubanos en el exterior y participa en una mesa redonda informativa con Randy Alonso. Un despliegue que algunos atribuyen a su deseo de volver de nuevo a la política de primera fila, como si estuviera en campaña electoral a la secretaría general del Partido comunista.
Yo no pienso que sea así. Fidel Castro está jugando un papel que, posiblemente otros le dejen jugar. Insisto, me recuerda y mucho a la protagonista de “Good bye Lenin” cuando le hacen una fiesta de cumpleaños en su dormitorio, y empieza a descubrir por diversos signos que aquel mundo idílico en la que ella, como comunista destacada era feliz, yo no existe o parece que ha desaparecido.
Sin embargo, quiénes la rodean, en concreto su hijo, por la lástima que siente ya que sabe que va a morir, trata de distorsionar y ocultar la realidad, llegando a convencerla de que son los alemanes del oeste los que han cruzado el muro hacia el este, cansados de tanta explotación y sufrimiento, y que lo que quieren es cantar como “pioneros” en las escuelas, y comer esos pepinillos repugnantes de la RDA, que desaparecen de los almacenes sustituidos por los holandeses, más baratos y de mejor calidad.
Fidel Castro es esa ex comunista de la RDA, que cree que todo sigue siendo como era, o incluso mejor, porque existe alguien interesado en que sea así, en esconderle la realidad, en que no vea que hay algo distinto. Y que se morirá creyéndose la historia que le han construido los que le rodean para que no sufra. Lean hoy el Mensaje que dirige a Mandela y que se publica en Granma. En mi opinión, no tiene desperdicio.
Fidel Castro le pide a Mandela que no acepte a los que antaño apoyaron el appartheid, y termina con algún mensaje relativo a esa idea enloquecida de una guerra atómica con la que anda atemorizando a quién le quiere escuchar. No sólo llega tarde, sino que al hacerlo así, no consigue otra cosa que mostrarse como es, tal y como siempre ha sido, un pozo oscuro de rencor y de odio contra todo lo que se mueve, que no tiene justificación para alguien que, a lo largo de su vida, ha hecho todo lo que le ha venido en gana sin importarle nada ni nadie.
Tal vez debería aprender de Mandela, y de su gran obra de construcción y reconciliación nacional, pero eso, para quién está viviendo un mundo irreal como el de “Good bye Lenin” es ya muy tarde.

lunes, 5 de julio de 2010

Moratinos, la situación interna en España y el futuro de la democracia en Cuba

Desde el punto de vista interno español, no se puede comprender la actitud de Moratinos. Su viaje a Cuba para dialogar con el régimen de Raúl Castro para liberar presos políticos, es algo que no guarda relación alguna con el clima interno que se respira en España.
El diagnóstico de la situación actual es muy difícil para el gobierno socialista de Zapatero.
Las encuestas le sitúan a más de 10 puntos sobre el directo rival, el PP, en uno de los momentos más bajos del ciclo político. Después de adoptar un paquete de medidas económicas restrictivas para poner fin a los excesos del gasto público de años anteriores, la opinión pública española ha dado la espalda a Zapatero definitivamente.
Se anuncia una huelga general para el otoño, lo que va a suponer un aumento de la incertidumbre y del deterioro de las ya de por si bajas expectativas empresariales. El desempleo, situado en las próximidades del 20% de la población activa, no da respiro, ni siquiera en los meses veraniegos en los que el turismo y los servicios tiran de la ocupación temporal.
Por si la economía no fuera el origen de malas noticias a diario, el tribunal constitucional ha realizado un dictámen sobre el estatut de Cataluña que pone de manifiesto graves y profundas diferencias entre los socialistas de aquella Comunidad y los del resto de España.
Y todo ello, al finalizar el peor semestre de la Presidencia europea de la Unión, en el que los objetivos planteados por España se han quedado muy deslucidos por los acontecimientos sobrevenidos: la victoria electoral conservadora en Reino Unido.

En ese entorno de grave desconcierto económico, político y social, Moratinos decide ir a Cuba, para unirse a las negociaciones de la Iglesia con el régimen y conseguir, según dice, la liberación de varios disidentes.

Peor no pueden ir las cosas. Imaginemos que Raúl Castro en un acto de dictador benevolente decide otorgar la libertad a algunos de los presos. Nada que objetar. Desde el punto de vista humanitario, tiene mis felicitaciones.

Pero, desde el momento en que el dictador que se niega a realizar cambios democráticos en Cuba coja el timón, ya no lo suelta. Y cabe suponer que Moratinos, y en menor medida la Jerarquía de la Iglesia, le pueden dar a Raúl Castro el poder que, hasta ahora, no ha tenido.

A nadie se le escapa que esos disidentes que sufren persecución, acoso y represión son la voz de la democracia y la libertad en Cuba. Son nuestro referente democrático. Son los iguales que merecen nuestro respeto, frente a la actitud despótica del raulismo castrista, empeñado en mantener un régimen muerto.
Moratinos debe medir muy bien los pasos que está dando. Antes de cuestionar la Posición Común liderada por José María Aznar, y objetar su existencia, debería prestar atención a lo que dicen los disidentes, y descubrir que, para éstos, la Posición Común es una necesidad de reconocimiento, mientras que lo que él pretende hacer, es más que cuestionable.

Lo dicho. Ni desde la perspectiva de la situación interna en España, ni desde lo que piensan los demócratas cubanos, se puede entender lo que quiere hacer Moratinos. Allá el con su conciencia. Cuánto más ayude al raulismo castrista a mantenerse en el poder, mas difícil será la transición a la democracia en Cuba, y peor serán defendidos los intereses económicos españoles en la Isla. Al fin, todavía están pendientes las confiscaciones y robos a los españoles en 1960 por los hermanos Castro, y al parecer Moratinos, por este tipo de cosas, no parece tener interés.